Este año abrió las VII Jornadas de Divulgación Histórica de Tejina el Catedrático de Historia de América don Manuel Hernández González, el primer historiador que relacionó los Corazones de Tejina con la fiesta del Corpus en el año 2005, aspecto que ya dimos a conocer en el Mesa de Tejina en mayo de 2017. Tengo que felicitar a Miguel López que lograse convencerle para que abriese las Jornadas, como también tengo que agradecerle su cita en el pregón de la fiesta con respecto a las diferentes hipótesis que barajo sobre la antigüedad de los Corazones y su significado iconográfico. La única salvedad que tengo que hacerle es la pregunta que siempre nos hacemos, ¿cuándo debemos considerar que fue el comienzo de la fiesta? ¿Lo consideramos cuando la ofrenda frutal sale del interior de la iglesia como lo hizo Adolfo González Rivero? o ¿utilizamos la fecha en que la ofrenda adquiere la forma de Corazón? Esas son las preguntas que supuestamente generan dos hipótesis diferentes que en mi opinión no dan lugar, ni debería tener trascendencia alguna. La respuesta nos la da la transmisión oral de nuestros bisabuelos publicada por Vicente Borges en una entrevista personal a Adolfo González Rivero en agosto de 1957. Lo comenta de igual forma Manuel Hernández en 2009 [i] al tratar el tema del origen de los barcos de Tegueste cuando argumenta que la tradición de obsequiar al santo desde barcos [ii] evolucionó en el entorno de una octava de corpus a ofrendas frutales, que con el paso del tiempo adquirieron la forma acorazonada, a diferencia de Tegueste que al hacerla en el entorno de la fiesta de la Virgen de los Remedios evolucionaron a barcos y danzas de flores.
La conferencia de Manuel Hernández, sin embargo, no versó sobre el Corpus, sino sobre la emigración canaria a América, manifestando que al ser ésta de tipo familiar condicionó nuestros lazos culturales con América hasta el extremo de permanecer en nuestra peculiar forma de hablar. Según Manuel Hernández nuestra dependencia del comercio fue total, girando la misma en torno al contrabando que por épocas llegó a estar permitida incluso por la metrópoli. La dependencia del comercio con América entre las islas y la península era mutua y de ahí deriva estas licencias que a día de hoy podrían no entenderse en un contexto de comercio no libre.
El tema de la piratería en Canarias está ampliamente estudiada por uno de los historiadores canarios más ilustres, Antonio Rumeu de Armas en su Piratería y ataques Navales a Canarias. En la comarca tenemos al corsario más conocido para confirmarlo, Amaro Pargo, ascendiente de Ramón González de Mesa como también lo es de Gregorio Suarez de Armas y Morales [iii]. El apellido Suárez de Armas siempre estuvo ligado al embarcadero de San Bartolomé (Bajamar y Punta del Hidalgo) [iv]. A nivel local intentamos suavizar esa irregular dependencia económica utilizando la palabra cambullón y limitarlo a un pequeño montante que pudo condicionar nuestra idiosincrasia.
Si consultamos la palabra cambullón en la Academia Canaria de la Lengua podemos comprobar que se define como un comercio ilegal desde barcos y prevalece la opinión del etnógrafo palmero J.Pérez Vidal que es una palabra de origen portugués (cambulhäo). En los primeros años el comercio y la piratería estaban dominados por los portugueses, fue el pago al que se vio sometido Felipe II para contentar a los portugueses en su pacto por la unión ibérica. Tejina fue tan portuguesa que a las propiedades de una castellana le dió su nombre, topónimo que permanece en la actualidad en la vía de salida hacia Valle de la Guerra. Un representante de excepción en esta época fue Cristóbal de Salazar, apellido castellano que llevaba varias generaciones en Portugal. Maestre de campo representaba los intereses de muchos de estos comerciantes que unían la ruta Lisboa-Canarias-Brasil y con buques de menor calado hacían escala en Cabo Verde donde intercambiaban vino por mano de obra africana. Cabo Verde siempre significó la vergüenza europea del comercio negrero al Nuevo Continente y aunque la participación canaria no suele aparecer reflejada con nombre y apellidos en los registros, sí aparecen en cada cargazón numerosos y pequeños accionistas que sin duda se trata de ellos [v].
Cuando el juez de registros Alonso de Ciancas, con experiencia ya en el comercio irregular en Puerto Rico se ve necesitado de defenderse de las denuncias sobre su actuación nos deja testimonio escrito de en qué consistían concretamente las mismas:
- Que la finalidad de los registros que se hacían a los navíos de Brasil, era evitar fraudes y llevar cuenta de los pasajeros que iban en ellos con objeto que no pasaran personas prohibidas. Y si no se hicieran pasarían cada día millares de portugueses y extranjeros y además muchos clérigos, frailes, mujeres y delincuentes.
- Que las rentas de almojarifazgo que las islas recibían por este concepto eran las más altas que la Real Hacienda tenía en ellas, y caso de no haber registros en el juzgado de Indias, el arrendador tenía la posibilidad de defraudar lo que quisiere ya que el cargo de almojarifes estaban en manos de los regidores o parientes de ellos. Con el registro se cortaba esta posibilidad porque uno de los requisitos a cumplir en él era la cuenta que daba el almojarife de las pipas que se habían cargado.
- Que con los registros se evitaba que los navíos de Brasil cargaran paños o lienzos de navíos ingleses, franceses y holandeses que con frecuencia acudían al puerto.
- Que también se evitaba la posibilidad que comerciaran directamente con Brasil los judíos holandeses que tenían correspondencia en Lisboa, Oporto, Viana y Avero porque se tomaba razón de donde salía el navío y a donde iban.
- Que estos registros eran de la única seguridad que los mercaderes tenían de que sus mercancías llegarán a su destino, ya que los maestres debían depositar una fianza de 5.000 ducados, y la única forma de que no se cometieron fraude con los derechos de entrada en Pernambuco y Bahía donde debía de pagar 35 reales por cada pipa de vino.
- Que si no se efectuaba este control se corría el riesgo de un intenso contrabando basado en el azúcar de Brasil ya que las islas eran una zona de más bajos precios que Lisboa y, por tanto, los navíos extranjeros que acudían en busca de vino y azúcares no acudirían a Lisboa, sino a a las islas que se verían abarrotadas de azúcar de Brasil.
Esta actividad del puerto de San Bartolomé aparece descrita en las notas de Torriani [vi] cuando cansado de los engaños del Cabildo, hace mención a un embarcadero entre la Madera y Anaga por donde se hace muy fácil el desembarco y que no se los habían mostrado. El puerto de San Bartolomé de Tejina se constituía en la puerta trasera de las comunicaciones de la capital, en la vía alternativa de mercadeo cuando por motivos de salud el puerto de Santa Cruz se cerraba con bandera amarilla[vii] .
Hace 200 años la modernidad estaba aún por construir y las comunicaciones terrestres brillaban por su ausencia. Cuando Gregorio Suárez decide puentearse al ayuntamiento de La Laguna y con financiación directa del ministerio acometer la obra de la carretera de La Laguna a Buenavista pasando por Tejina, muchas son las voces que se levantan en contra del senador y jefe local del partido conservador manifestando que lo único que pretendía es poder llegar a sus propiedades de Tejina y de camino trasladar algunos sacos de cebolla. Comenzaba la obra pública y la tecnología del vapor, todo un caldo de cultivo para generalizar una corrupción bien aprendida durante generaciones con el pirateo naval.
Por aquel entonces la única vía de comunicación que se le equiparaba en complejidad y envergadura era la que unía el Puerto La Luz con Vegueta en Gran Canaria. Unos años antes, mientras estaba de Diputado a Cortes, Gregorio Suarez había elevado una iniciativa referente a la creación de la primera red de vapores de la isla y él sabía que la importancia del transporte iba a recaer en el puerto de Santa Cruz dotado, por entonces, de carbón. Mientras él se encargaba de la construcción del tramo de La Laguna a Tejina, su compañero Pedro Mariano Rodríguez Atienza, nacido en Murcia pero de origen canario por parte de padre que llevaba el apellido Van Damme[viii] , hacía lo propio por el otro extremo de La Cuesta de Santa Cruz. Lo que estaban en realidad haciendo era unir el Puerto de Santa Cruz con el Puerto de San Bartolomé, facilitando el comercio ilegal de mercancías, sobre todo el más cotizado, oro y plata.
Benito Pérez Armas publicó una novela muy pequeña titulada Las Lágrimas de Cumella, donde describe lo que transportaba entre las cebollas este catalán protegido de Guimerá y jefe en la sombra de Gregorio Suárez. Transportaba barras de oro y plata. Las relaciones políticas entre Agustín Guimerá (primero de su apellido) y Gregorio Suárez venían de antiguo cuando su padrino el teniente coronel Juan Neopomuceno Machado y Guimerá pertenecían como vocales a las Juntas Gubernativas del general Moreno en 1840. Agustín Guimerá fue un catalán que al recalar en Tenerife cambió su oficio de piloto de buque por el de comerciante en 1823. Al casar con una Castellano (originarios de Gáldar) y emparentar con los Rodríguez de Azero (originarios de Garachico) se vinculó de lleno con familias que poseían buques y hacían la ruta transatlántica. Se podía considerar que Guimerá[ix] se constituyó en el mentor de los conservadores de Tenerife que con Gregorio Suárez, Cumella, Martín Rodríguez Peraza y Martín Rodríguez y Díaz-Llanos lo controlaron durante casi un siglo. De igual forma fue uno de los principales impulsores del decreto de Puertos Francos de 1852 desde su puesto de Presidente de la Junta de Comercio.
El acaparamiento de oro por parte de la corona convertía a estos metales en la mercancía más codiciada. La ruta francesa era bien conocida en Tejina por el asentamiento francés de sus embajadores Mustelier y Porlier que buscaban hacerse un hueco entre portugueses, ingleses y holandeses para comercializar con América. En esa época el cónsul francés en Gran Canaria era Federico el hermano de Juan Cumella y Sabino Berthelot un viejo conocido de Martín Rodríguez Delgado, un consignatario formado en Nueva York, padre de Martín Rodríguez Peraza. Fue el lagunero afincado en la América inglesa Salvador Cayetano González Hernández, el que pagó los estudios en Nueva York del que fuera hijo de su segunda mujer, que tras volver de norteamérica pasó una temporada viviendo en Paris y Marsella. Cumella también residió en Marsella tras casarse entre 1840 y 1845, regresando a Tenerife en 1846. Salvador Cayetano que era a su vez el suegro de Cumella, a su muerte, aún conservaba un cofre lleno onzas de oro traídas de la América inglesa, tal y como lo cita en su testamento [x].
Charles Minguet[xi] ha localizado documentos inéditos del archivo nacional de Francia relativos al comercio canario-americano (1713-1785) en el que constata un comercio que tiene más de contrabando que de tráfico comercial, Así Esteban Porlier en su correspondencias con la autoridad francesa establece claramente que para este comercio “se necesita mucho secreto, mucha circunspección y gente práctica” enumerando los procedimientos que se solían utilizar:
- Trasladar clandestinamente las mercancías prohibidas desde el barco francés acabado de llegar, al barco español de registro en curso cargamento para las Indias.
- Navegar bajo pabellón español “como lo hacen a veces los ingleses”.
- Al llegar a Canarias, hacer una venta simulada del barco francés, despedir a la tripulación francesa y reclutar marinos españoles, y diariamente ¡Andar a la moda del país!.
Dichos métodos no se podían llevar a cabo sin la complicidad de los oficiales reales españoles y se daban tanto en Canarias como en América, “todo se tolera aquí siempre y cuando se pague el 6 por ciento del valor de la carga que se apropian y guardan para sí”.
Estos engaños también lo padecieron los Canarios como se comprueba en el proyecto de la fundación de una compañía francesa para el tráfico de vinos entre Canarias, Berbería, Francia y América en donde los firmantes canarios no están enterados y Porlier manifiesta al Ministro de Marina francesa “Conociendo el genio de estos insulares, que son muy especulativos, los he animado en secreto de 1715 a presentar sus representaciones al Rey y a M. de Pontchartrain suplicándole de proteger el comercio de los vinos de Malvasía en Francia”
Por todo ello Esteban Porlier abogaba desde entonces por un comercio directo desde los puertos de Europa a América en los que posteriormente se constituirá como los Puertos Francos que caracterizarían a nuestro Régimen Económico y Fiscal, pieza fundamental de nuestra economia.
[i] Bienmesabe.- https://www.bienmesabe.org/noticia/2009/Enero/la-invencion-de-la-fiesta-la-librea-de-tegueste-y-la-peste-de-landres-de-1582
[ii]Juan Primo de la Guerra. Diario 1800-1807.
[iii] .- García Pulido, D. Paz Sánchez, M. .Amaro Pargo documentos de una vida, volumen 1, héroe y forajido.
[iv] Machado, J.L. Familia Suárez y Armas de Tenerife: el laberinto de una descendencia.
[v] Vila Vilar, E. Las Canarias como base de aprovisionamiento de navíos portugueses . http://pastillerodesalud.es/wp-content/uploads/2021/09/PORTUGUESES_COMERCIO_CANARIAS.pdf
[vi] Torriani, L. Descripción de las Islas Canarias.
[vii] Cola Benítez, L. Santa Cruz, bandera amarilla. Epidemias y calamidades (1494-1910).
[viii] .- Sánchez Rodríguez, J., Luis de la Encima, obispo de Arequipa y su paje Antonio Pereira.
[ix] Guimerá Peraza, M. Juan Cumella y la política de su tiempo (1818-1898).
[x] Blog particular de la familia Rodríguez de Azero.
[xi] E_PORLIER http://pastillerodesalud.es/wp-content/uploads/2021/09/comercio_cotrabando_porliwr.pdf