Una sentencia de 6 de diciembre de 1879 marcaría a toda una generación lagunera. Finalizaba el pleito familiar de los Salazar iniciado dos generaciones antes. Mediante esta sentencia, el hasta entonces VI Conde del Valle Salazar, D. Juan Antonio Salazar de Frías y Benítez de Lugo se veía desposeído de casi todas sus propiedades. Fue un pleito difícil, iniciado en 1821, con leyes de vinculación afectadas y que ganadas en primeras y segunda instancias por don Juan, las perdió en el supremo. A don Juan sólo le quedaron los derechos al título de marqués de Estremiana, el patronato de la capilla del santo Nombre de Jesús en la iglesia de San Agustín, el censo “de seis gallinas” de una finca en el Sauzal” y el censo de dos fanegas de trigo en un terreno en Tejina [i] .
La vinculación de los Salazar con Tejina les venía desde la conquista a través de apellidos como Fiesco, Sopranis o Porlier. El apellido Salazar también lo tenemos en Canarias desde la conquista aunque su continuidad familiar sólo se puede demostrar a partir del primer Conde del Valle Salazar, don Cristóbal Salazar de Frías. Procedía de Lisboa, donde permanecieron sus hermanos, origen probablemente de su especial devoción por san Antonio de Padua, santo franciscano nacido en Lisboa y patrono de esa ciudad. San Antonio de Padua es uno de los doctores marianos de la iglesia lo que se refleja en su iconografía con el Niño Jesús en brazos y cuyo lienzo se encontraba en la entrada del Palacio Salazar antes de que el obispado hubiese sido pasto de las llamas.
Estos primeros Salazar fueron militares en activo que frecuentaban tanto Flandes como Portugal en la defensa de los intereses de los monarcas españoles (los Austrias). Llegaron a Canarias como maestres de campo lo que les valió el título en 1682 de I Conde del Valle Salazar de las Islas Canarias. Su rápido asentamiento en Tejina coincide con los intereses comerciales con Lisboa y su ascenso social fue tan rápido que llegó a pleitear con los Nava por el patronazgo de la iglesia de San Agustín. Casó en Garachico con María de Ponte y Castilla hija de los primeros marqueses de Adeje.
Los Salazar disponían de ermita propia en la iglesia de San Agustín y adquirieron en Lisboa la primera imagen de Jesús Nazareno que luego fue renovada, encontrándose la original en el Convento de las Claras. Dicha imagen es la que se sale en procesión el miércoles de semana santa, acompañada de la imagen de la Soledad, obra de José Rodríguez de la Oliva (1695-1777) [ii].Ambas imágenes fueron las únicas que no se vieron afectadas por las llamas de la iglesia de San Agustín y en la actualidad se encuentran en la capilla de la Virgen de Candelaria de la Catedral siendo los responsables de las mismas el Colegio Nava la Salle por decisión de Concepción Salazar hija de don Juan. Los Salazar fueron mayordomos del Hospital de los Dolores y construyeron, la vivienda mejor considerada de La Laguna, el actual obispado. De igual forma fueron los principales benefactores de la construcción del convento de Santa Rosa de Lima.
La presencia más antigua que tenemos de los Salazar en Tejina lo encontramos en los autos presentados por impago de medicamentos que hace el boticario lagunero José Raymond a la prior del convento de las Catalinas, Nicolasa Salazar de Frías, hija y hermana del segundo y tercer conde del Valle Salazar respectivamente. Gracias al auto seguido por el boticario Raymond podemos ubicar su botica cerca a la que habían dispuesto los Paroy y al palacio de Salazar (calle de San Agustín) y de igual forma podemos constatar la actuación de los médicos municipales Manuel Osuna y Domingo Saviñón, el cirujano Francisco Afonso de Armas y el segundo boticario lagunero Pedro Montoya y Paredes. En el mismo auto podemos comprobar como las tierras que se ven afectadas son las que atiende en el Riego Domingo Rodríguez de Vera, hijo de Alejo Rodríguez de Vera que dio origen al apodo que llega a nuestros días, siendo vecino de Domingo Suárez de Armas y su padre el capitán Tomás Suárez de Armas. Se observa también que otras tierras se vieron igualmente afectadas y lindaban con Juan Tabares Roo y con el presbítero Ramón Mederos [iii].
Dispone dicho auto del recetario que utilizaba el médico don Manuel de Osuna con las monjas que nos permite comprobar la terapéutica utilizada en la época. Destaca, sobre todo, el uso de la raíz de genciana que si seguimos el diccionario de historia natural de Viera y Clavijo debe tratarse de la Centaura menor (Centaurium erytrhracea), de la que comenta
“planta inodora y amarga, pero muy medicinal tónica, estomacal, febrífuga, vermífuga y detersiva. Úsase en infusión y conviene principalmente en las fiebres intermitentes, en la ictericia, obstrucciones, colores pálidos”
Para ello se mantenía la planta con la semilla en remojo durante cinco días o la raíz pulverizada, se cocía hasta que esta flotaba, se filtraba con un lienzo y se volvía a cocer hasta que adquiría la consistencia de la miel.
El principio amargo es el iridoide (heterósidos amargos). La acción de la genciana es tónico amarga, estimulante gástrica, colagoga y colerética, sialagoga y antimicrobiana. En la actualidad está indicada en falta de apetito, indigestiones, digestiones lentas, flatulencia e insuficiente producción de jugos gástricos, estimulando por vía refleja las secreciones y la motilidad y acelerando el vaciado estomacal.
Los sobrinos de Nicolasa Salazar, Antonio y Martín dieron lugar a las dos ramas de la familia en virtud a la incompatibilidad del primero con las vinculaciones del apellido Bucalle y que también daría origen al pleito mencionado al comienzo. Los descendientes de Martín (V conde del Valle Salazar) constituyeron la rama menor, la lagunera, y serían bien conocidos en Tejina por el carácter del primero, persona amante del campo que visitaba con asiduidad sus propiedades de la comarca, en especial su finca de Tegueste en la Hoya de Castilla de San Gonzalo que debe el nombre al apellido de su madre, Juana Porlier y Castilla hija de Juan Antonio Porlier. Juan Primo de la Guerra citaba en su diario:
”… cuando se dio a obsequiar a los oficiales de los regimientos de América y Ultonia, no quedaba patio ni romería en que no se viese a su familia acompañada de la oficialidad. Paseaban a caballo y a pie, en borricos y en camellos, y eran frecuente con dicho motivo, sus convites, meriendas y contradanzas”
Los Salazar vinieron a representar al conservadurismo histórico tanto por parte de Cristóbal como el de su sobrino Juan Antonio Salazar y Benítez de Lugo (VII Conde), y el hijo de éste Emilio Salazar y Chirino, teniendo fuertes disputas con los conservadores liberales representados por Gregorio Suárez. De hecho, Juan Salazar estuvo como alcalde lagunero tanto a la llegada de Gregorio Suárez en 1841 como dos años después cuando Espartero necesitó autoexiliarse en Londres tras los acontecimientos de Barcelona y Andalucía. Mientras tanto Cristóbal Salazar se erigía como vicepresidente de la Junta Gubernativa Provincial. Con la llegada nuevamente de Espartero fue Gregorio Suárez quien llevó el saludo en persona a Espartero mientras Los Juntas del General Ortega llegaron a exiliar en 1854 a Cristóbal Salazar entre otros a Puerto Rico. El exilio sólo duró unos meses gracias a Leopoldo O´Donell, entonces Ministro de la Guerra, que revirtió una situación anómala que lo que escondía era otro pleito de herencia de la mujer de Ortega, María de los Remedios de la Guerra y del Hoyo Solorzano, IV Marquesa de la Villa de San Andrés y IV Vizcondesa de Buen Paso.
Estos pleitos entre conservadores históricos y liberales fue sólo un reflejo de lo que estaba ocurriendo en resto de Europa, adquiriendo en España un cariz especial por el retorno al absolutismo de Fernando VII y las guerras Carlistas que se sucedieron a su muerte. La década moderada que surgió con Narváez tras el exilio de Espartero (1843), sirvió para que los movimientos revolucionarios que afectaron a toda Europa en 1848, se viviesen en España de una forma amortiguada. Si Fernando VII consiguió vetar a Giacomo Giustiniani, nuncio apostólico en España, en su nombramiento como Papa e influyera por este motivo en la elección de Gregorio XVI, no afectaría para que éste a su muerte intentase mantener una actitud neutral en sus inicios. Sin embargo, a la muerte de Fernando VII, los no reconocimientos por presiones de los carlistas, la debilidad del Papa por las insurrecciones en los estados pontificios y su dependencia de Austria y Prusia , pero sobre todo las tres desamortizaciones, de Espartero, Mendizabal y Madox provocaron unas relaciones Iglesia Estado muy complicadas. Hasta cierto punto la muerte de Gregorio XVI .un nueve de junio de 1846, que se había caracterizado por la intransigencia de sus posturas, supuso un hilo de esperanza a la elección de Pio IX que se vio refrendada con el concordato de 1851. Fue el pontificado más duradero y con el que comenzó el catolicismo social, el que superó en jansenismo extendiendo la devoción al Sagrado Corazón de Jesús[iv]. y aprobando la Bula Ineffabilis Deus, por la cual se concluía con discusiones teológicas que duraban ya varios siglos, la de aceptar la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Giovani Mastai Ferreti, futuro Pio IX, mostró una devoción mariana desde niño, estudiada a fondo desde la escuela de Volterra y manifestada en sus primeras homilías desde que en 1825 predicase la novena a la Inmaculada Concepción en la iglesia de Santa María de la Paz de Roma. El descubrimiento en 1842 del manuscrito de Luis María Griñón de Monfort, misionero apostólico para Francia en la Vandee (1711) Tratado de la verdadera devoción a la Virgen María, que se difundió por toda Europa, fue todo un revulsivo para una renovación de la devoción mariana, en una época en Canarias de máxima tensión entre la Iglesia y el estado, siendo exiliado el obispo Romo por el general Espartero y llegando en su sustitución el obispo Codina.
La proclamación del dogma está en consonancia con las exigencias de la iglesia de este siglo XIX. Las definiciones de las verdades de fe, se han efectuado de esta forma a lo largo de la historia. La Inmaculada se convirtió así en un modelo de vida cristiana y en una bandera de renovación para los católicos, definida por Juan Pablo II como “una maravillosa síntesis doctrinal de la fe cristiana” [v]
[i] Soriano y Benitez de Lugo, A. Casas y familias laguneras: los linajes y palacios de Nava-Grimón y Salazar de Frías
[ii] Padrón Acosta, S. La personalidad artística de D.José Rodríguez de la Oliva
[iii] Corbella Guadalupe, D. Autos seguidos por el boticario José Raymond contra el Monasterio de Santa Calalina de Siena de San Cristóbal de La Laguna (1804-1806). El Día de 25 de noviembre de 2017
[iv] Rodríguez González, M.C. Las relaciones Iglesia-Estado en España en los siglos XVIII y XIX. Universidad de Valladolid
[v] Cechin, S. Texto y contexto de la Definición dogmática de la Inmaculada Concepción.Carthaginensia. Vol. X, 37-38