El gran desarrollo que se ha producido en el último siglo en la síntesis farmacológica nos ha permitido disponer de un auténtico arsenal terapéutico fruto de la conjunción de dos disciplinas, la botánica y la química. En Canarias tenemos un centro de investigación que es toda una referencia a nivel internacional, el Instituto Universitario de Biorgánica Dr. Antonio González (IUBO-AG). Esta conjunción entre la botánica y la química ya se produjo dos siglos antes, en el siglo de las luces, y dió suficiente contenido científico a la farmacia para que se constituyera en una de las primeras cuatro facultades: Derecho, Teología Medicina y Farmacia. En esa época España estaba muy influida por dos culturas, la islámica del al-Ándalus y la imperial centroeuropea. El típico desglose de los profesionales de la salud entre Medicina Cirujía y Farmacia se lo debemos a la influencia árabe, en cambio la consideramos los farmacéuticos como nuestra Carta Magna es de origen centroeuropeo. Consideramos como tales a las Constituciones o edictos de Federico II que a su vez tiene un claro origen mediterráneo.
Fueron los griegos los primeros en plantearse la naturaleza de la materia. Todo apuntaba a que cualquier sustancia debía estar formada a partir de una sustancia elemental. Tales de Mileto la consideró el agua, Anaxímenes creía que era el aire, Heráclito en cambio creía que era el fuego la sustancia buscada. Fue Empédocles en su poema “Sobre la Naturaleza” el que describió los cuatro elementos fundamentales, la tierra, el agua y el aire que vienen a equivaler hoy en día a las tres fases (sólido, líquido y gas) que siempre necesitará el cuarto el fuego o energía para convertirse el uno en el otro.
Platón y su discípulo Aristóteles introdujeron el concepto de elemento, lo que fue en realidad un gran avance ya que el mundo ya no estaba constituido por una única sustancia que se manifestaba de diferentes modos ni tampoco estaba constituido por incontables sustancias diferentes. Aristóteles elaboró un esquema por el cual a cada elemento adquiría dos de cuatro característica posibles (frío, caliente, seco y húmedo), así pòr ejemplo el aire era húmedo-caliente y la tierra era seca y fría.
Los árabes, en cambio, tuvieron una visión más espiritual o religiosa influenciados con los proceso de embalsamientos egipcios. Consideraban que tenían que ser siete lo elementos fundamentales relacionados con los siete cuerpos celestes. A través de los árabes la al-kimiya llegó a Europa. Creían éstos que todos los metales estaban formados por azufre y mercurio y fue Geber (760-815) el que obtuvo el ácido acético por destilación del vinagre con el ácido más corrosivo de la antigüedad. Faltaba por conocer una sustancia especial al-ilsir que sería capaz de transmutar los metales en oro y que en Europa se le llamó la piedra filosofal, capaz de conferir la inmortalidad, el elixir de la vida.