“Y saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz se elevará una flor. Y reposará sobre él el espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de entendimiento, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor”. Isaias, 11,1
La cultura del pan y el vino ha sido una característica del mediterráneo, de oriente nos llegó y con rapidez se extendió por todo el imperio romano. En ciudades como Tomar (Portugal), la ciudad de donde provenía Asenjo Gómez, fundador de Tejina, se celebra la fiesta de los Tabuleiros (bandejas) que es una de las más antiguas del país y que conmemora la festividad de Pentecostés, orígen de la iglesia cristiana, recordando cómo en forma de llama se posó el Espíritu Santo sobre la cabeza de los apóstoles. Se cree que tiene su orígen en la Reina Santa Isabel de Portugal, copatrona de la Catedral de Laguna, como agradecimiento a Dios por evitar el conflicto entre su hijo y su marido, el rey Dionisio de Portugal. La alegoría consiste en una procesión de una número variable de chicas (más del centenar) vestidas de blanco en señal de pureza que portan sobre la cabeza un artilugio que recuerda a las mangas procesionales pero ornamentado con flores y panes, coronada con una paloma o cruz. En la fiesta se procede al reparto del pan y el vino desde carretas arrastradas por bueyes. Pentecostés es también una cristianización de otra fiesta pagana, la que después de siete semanas de siete (49 días), coincidiendo con la recogida del grano, se daba gracias a la diosa Ceres por los bienes recibidos. La fiesta del Espíritu Santo, el Corpus o la fiesta de las cruces no dejan de ser cristianizaciones de la fiesta pagana de exaltación a la vida y a los bienes recibidos tras la incertidumbre del invierno En ella impera la feminidad imponiéndose la variabilidad del calendario lunar frente al más estático solar de las estaciones.
Creemos que nuestros corazones encierran todas estos valores o creencias. El haya o faya en su traducción portuguesa, es el máximo exponente de nuestro monteverde, el fayal-brezal. Su presencia siempre estuvo acorde con los usos tradicionales de la economía campesina debido a su gran capacidad para crear masa arbórea en poco tiempo utilzándose como leña, como ramaje para alimento y cama de ganado (9). La Mírica faya junto con el Brezo (Erica arborea) dan nombre a nuestro particular bosque sagrado como en Europa lo hace el Haya (Fagus sylvaticus) con su porte blanquecino. El propio Viera y Clavijo se hace eco de dicha confusión poniendo de manifiesto su endemismo y aunque él lo consideraba dentro de la familia de los acebos (Ilex Aestivalis canariensis) hoy lo clasificamos dentro de la Miricaceas. Él manifestaba de esta manera que nada tenía que ver con la llamada fagus en latín que era una especie indígena y peculiar de nuestras Canarias y de la isla de Madera cuyo fruto es una baya redonda, jugosa y dulci-amarga que lo herreños la llaman erúes y en años estériles las muelen y hacen una especie de gofio. Su corteza tiene uso en los tintes para teñir de amarillo.
Fue la iglesia de la ilustración, descendiente de Viera y Clavijo, la que se vió en la necesidad de separar estos aires paganos del principal acto litúrgico que entonces teníamos, el Corpus Cristi. Desde la conquista, el Corpus Cristi se convirtió en una manifestación perfectamente jerarquizada de todos los estamentos sociales (1). Mientras Dominicos y Franciscanos se disputaban la hora de la procesión, los Agustinos en cambio, preferían celebrarlo, el primer domingo de septiembre (2).Coincidía en fechas la octava de la fiesta de San Agustín con la de San Bartolomé, santo también de la Iglesia agustina del convento del Espíritu Santo, la que posteriormente se llamaría Iglesia de San Agustín. Estos actos de exaltación cogían especial relevancia en la octava, sobre todo si se hacían coincidir con las del santo patrón, tal y como aconteció en Tejina en 1821 (3). En pleno trienio liberal el párroco ilustrado de Tejina Santiago Raymond Quintero y Estévez se vió inmerso en una disputa con el ayuntamiento constitucional por plantear la anulación de la celebración de la octava del Corpus, tal y como se exigía desde hacía más de 40 años. Esta propuesta no fue secundada por el vicario Martinón y el 13 de agosto desautorizó la decisión del párroco
No haga usted ninguna novedad en cuanto a no hacer, como Vmd. pensaba, la procesión de la octava del Corpus por las calles, sino que por el contrario condescienda con la piedad de este pueblo sacando dicha procesión en el dia del patrono según ha sido costumbre y haciendo dicho pueblo lo que tenga por conveniente en orden a regocijos. Yo bien conozco que suele haber algún desorden en éstos, pero toca a la policía el evitarlos y a Vmd. toca también emplear el intento de las insinuaciones amorosas, ya que las palabras injuriosas sólo sirven para irritar a los fieles y comprometerse Vmd. mismo.
Las actitudes liberales habían dejado sin base social al clero ilustrado y estos volvieron a retomar las absolutistas de mano del lagunero Santiago Bencomo hermano de Cristóbal, confesor real, Inquisidor General y Arzobispo de Heraclea, principal artífice de la creación de la Diócesis Nivariense en 1819 (4). Esta documentación encontrada por Manuel Hernández en el archivo diocesano demuestra el arraigo de la costumbre de la octava del Corpus en la fiesta patronal de Tejina y cómo la costumbre de los arcos frutales, propio de esta octava, van abandonando sus características iniciales dando lugar a los corazones de hoy en día siguiendo las vicisitudes y modas de la época. La complejidad que han adquirido los corazones de Tejina en comparación con otros de características similares como los de Güímar o los del Sauzal (5) sólo lo explica un proceso de mejora continua buscando la perfección de las formas y reafirmando su esencia a lo largo del tiempo. Estas ofrendas frutales son comunes en toda la geografia hispana, desde las fiestas en honor a San Antonio de Padua en Cangas de Onís a las de la Virgen de Las Nieves o San Pedro en la Palma San Pedro en Breña Alta o al ramo de la Gomera. En Tejina todo parece indicar que el decaimiento de la fiesta militar tras la marcha del regimiento de Ultonia dio paso a reforzar la ofrenda frutal frente a la de barcos. Tal y como nos recuerda la tradición oral (Sebastián Rojas a través de los comentarios de la familia González Rivero) la ofrenda frutal del interior del templo se transformó en un tablero en la plaza donde se colgaba la fruta acorde con las exigencia reales que existían desde 1777 (Real cédula de 20 de febrero acatada por el cabildo el 2 de mayo) de sacar de las iglesias estos actos de exaltación. El que éste adquiriese la forma de corazón, bien desde su inicio o con posterioridad, solo fue probablemente cuestión de tiempo con la llegada a Tejina del fraile agustino José Nicolás de León, la adaptación de la tercera regla de San Agustín que fue siempre su símbolo. Si los dominicos nos trajeron el Rosario y los franciscanos el Vía Crucis, los agustinos hicieron lo mismo con el Viernes de Dolores una celebración instaurada por Benedicto XIII en 1727. Esta devoción tuvo especial relevancia en Tejina con la creación de la cofradía de la Virgen de los Dolores en 1777 y que tuvo como mayordomo al capitán y alcalde Tomás Suárez de Armas, abuelo del Senador tejinero Gregorio Suárez Morales. Entraría en decadencia el segundo cuarto del siglo XIX coincidiendo con los gobiernos liberales y las políticas desamortizadoras de propiedades de cofradías y conventos lo que dió pie al párroco Juan Espinosa y Salas, con los actos de exaltación de la Inmaculada Concepción, a rescatarla en la archicofradía de Corazón de María en 1852. Sería luego el párroco Eduardo de Mesa , don Fausto, con su gran devoción y principal impulsor del culto al Purísimo Corazón de María que es la principal devoción del Monasterio de Clarisas el que mantuviera viva viva la llama durante todo el siglo. Una devoción mariana que también pudo estar presente en Tejina desde su fundación a través de estas monjas del ya que las mismas aparecen con propiedades en el barranco Aguas de Dios hasta las políticas desamortizadoras del siglo XIX. La Virgen de los Dolores o el corazón hiriente de María viene a representar la carga de feminidad que requiere toda octava de la fiesta de las mieses en agradecimiento por los bienes recibidos. Nuestra relación con los agustinos fue continua a lo largo de los siglos tanto a través de la Iglesia del Socorro en Tegueste Nuevo como con Santa Catalina en Tacoronte y el convento del Cristo de Dolores. Viera y Clavijo lo dejaba claro cuando citaba que tras la epidemia de Landres (peste bubónica) de 1582 los frailes agustinos se refugiaron en sus propiedades de la costa de Tejina dejando viviendas de piedra y paja como huella de esa estancia que duró más de un año. Una presencia agustina y franciscana a través de las monjas clarisas que sin duda marcó nuestra cultura cristiana.
La interpretación de nuestro símbolo , el doble corazón, debe hacerse, por tanto, en clave de octava del Corpus. El Corpus es una celebración que surge en la edad media fruto de la heterodoxias propias de la época, tiene su auge en la edad moderna como principal herramienta política en contra de la reforma protestante, mientras que en la edad contemporanea, jansenitas y eudistas se enzarzaron en una disputa teológica que tuvo en San Agustín ,un personaje de la edad antigua, y su corazón a su principal protagonista. La celebración del sagrado corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María se lleva a cabo el viernes y sábado siguiente al Corpus y la copatrona de Tejina, la Virgen de la Encarnación representa la unión física de ambos, la que da orígen al gran dogma cuando el verbo se hace carne. La mejor interpretación de la creencia popular nos la da el marchante Francisco Mallorquín que manifiesta ante la inquisición las creencias que le transmitió su padre, un pobre cochinero que no sabía leer ni escribir:
Cristo fundó a su madre y se engendró en sus entrañas y se le entró luego en el corazón y allí estuvo encerrado nueve meses y cuando quiso salir abrió puerta o endija al corazón de su madre y por ella salió y la volvió a cerrar dexándola siempre Virgen, a que añadió que el corazón tiene cinco partes y lo explicó con algunas simplezas (6).
Esta interpretación del doble corazón no es nuevo, ya fue citada por Adolfo González Rivero en 1959 cuando, conmemorando el 140 aniversario, citaba a dos corazones en lugar de los tres que ya existían en el pueblo (7). Dicha antigüedad fue reafirmada por el periodista Vicente Borges en el pregón de las fiestas de Tejina de 1966. Charbonneau (8) en su estudio sobre la simbología cristiana nos explica el significado del doble corazón al describir el corazón de Poitou, cuna del cristianismo francés y enclave estratégico de la ruta jacobea que une el norte de Europa con Santiago de Compostela en su ruta más occidental. Utilizando un molde de cerero que pertenecía al notario Houdalille describía cómo los dos brazos de corazón habían sido suprimidos para dar paso a dos monogramas de forma antigua IHS, Ihesus y MRA, María. Para ampliación cada uno de estos dos corazones está también representado: por el sol el de Jesús y por la luna , el de la Virgen. Bajo los Corazones Sagrados figura un corazón de fiel inflamado por el ardor de su piedad. Las doce tortas del Corazón de Tejina equivaldrían a las doce llamas que aparecen dentro del corazón y vendrían a representar las llamas sobre la cabeza de los Apóstoles en pentecostés.La paloma como símbolo del Espiritu Santo siempre aparece en la parte superior lo que equivaldría al ramo de flores en el Corazón de Tejina. Este valor simbólico del número dos también está representado en la principal obra de San Agustín “La Ciudad de Dios”. Este trabajo siempre fue un referente en los momentos de disputa entre iglesia y estado, como el acontecido en España en el primer cuarto del siglo XIX y que parecen no perder actualidad. San Agustín diferenciaba entre dos ciudades la terrenal y la espiritual y consideraba que la paz en la ciudad llegaría con la concordia, con la unión de corazones, entre los que gobiernan y los que obedecen. Esta simbología fue muy utilizada por los movimientos contrarrevolucionarios del oeste y sur de Francia que muchos historiadores lo consideran el primer genocidio sufrido en Europa. De esta tierra de chuanes partieron pocos años después, en 1823, los cien mil hijos de San Luis para restaurar a Fernando VII en su trono después del trienio liberal, iniciando la década Ominosa.
La unión de corazones en formato de árbol sagrado es, en definitiva, lo que creemos puede representar nuestro símbolo y es todavía, a día de hoy, el verdadero sentir del pueblo tejinero.
BIBLIOGRAFIA
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Maria Eugenia Arozena Concepción, Josep M. Panareda Clopés y Albano Figueredo. El papel de la Myrica faya como indicador de la dinámica del paisaje de la laurisilva en Canarias y Madeira. Avances en Biogeografia, 2016 págs. 601-610
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